SI bien es cierto que los esfuerzos inútiles suelen conducir a la melancolía, hay cuestiones en las que, a pesar de todo, merece perseverar. Por ejemplo, en la promoción y la difusión del europeísmo.

Aunque ustedes lo lean siendo ya viernes, 10, escribo estas notas la víspera, jueves, 9 de mayo, Día de Europa, en conmemoración del 74 aniversario de la llamada Declaración Schuman, considerada la génesis de lo que, después no pocas vicisitudes y transformaciones, tres cuartos de siglo más tarde es la actual Unión Europea.

Como corresponde a una jornada de conmemoración, nos han llovido manifiestos y pronunciamientos que loan lo conseguido hasta ahora y apuestan por su profundización en lo sucesivo. Son, poco más o menos, las mismas palabras que se dicen cada vez que el calendario se para en esta fecha, lo que tiene una lectura en positivo y otra en negativo.

Desapego y desafecto

Si queremos ser optimistas, podemos ver en la repetición la coherencia y la vocación europeísta sin fisuras de quienes las avientan. Con un gotita de conformismo menos, podemos concluir que si lustro tras lustro decimos lo mismo es porque buena parte de los objetivos están sin conseguir y, sobre todo, porque nos consta que Europa es algo que les resulta lejano a la mayoría de nuestros convecinos.

Volveremos a comprobarlo dentro de un mes, si se confirma, como apuntan varios indicios, que la participación en los comicios al Parlamento Europeo no será para echar cohetes.

A la fatiga electoral que llevamos a la espalda, se une la sensación ampliamente difundida de que en esta cita no nos jugamos nada realmente importante.

Es digno de estudio que no se haya conseguido convencer a la ciudadanía de que cada vez son más los aspectos fundamentales de nuestra vida diaria que se deciden en Europa. Hablamos de cuestiones que, en muy buena parte de los casos, nos benefician claramente. Sin embargo, la percepción general es que es justamente al contrario.

La endiablada complejidad del entramado institucional no ayuda. Y, en otro sentido, tampoco la tibieza en materias como las matanzas en Gaza.