“Este es un libro que empezamos a leer por su última página. Ahora debemos descubrir los primeros capítulos”, describía de forma metafórica Alberto Santana al referirse a la incertidumbre que pesa sobre el objetivo final del proyecto Begoña/VECVNIA presentado ayer: hallar las ruinas del primer asentamiento humano en el actual territorio de Bilbao. Se desconoce qué se podrá encontrar y en qué estado. Hasta abrir ese melón, tampoco se sabe si esta intervención en la basílica de Begoña tendrá continuidad con otras iniciativas posteriores. Así, se baraja la posibilidad de construir en los bajos del templo una cripta visitable “dependiendo de la magnitud de los descubrimientos”, como apuntó Alberto Santana.

Esta sala subterránea podría utilizarse además como osario para guardar los restos humanos que deban ser retirados en la primera fase de la excavación. Y es que en la encajonadura, el cementerio que, como tienen constancia los expertos, se encuentra en el primer estrato bajo el pavimento de la basílica, podrían encontrarse en torno a mil cadáveres. “Calculamos que cada una de las 300 tumbas podría contener los restos de tres personas”, aclara el jefe del Servicio de Patrimonio Cultural de la Diputación Foral de Bizkaia.

Otros trabajos que se contemplan en virtud de la importancia de los hallazgos arqueológicos serían nuevas excavaciones en el exterior de la basílica, especialmente en la vertiente norte y en la oeste, la de las escalinatas de acceso al templo. “La zona este queda descartada por la construcción en su día del túnel de Begoña”, explica Santana.

Tras la conclusión de cada una de las fases de excavación, el suelo levantado será repuesto. También en función de los resultados, se valorará la colocación de una subestructura ligera para apoyar un pavimento flotante que permita el acceso al espacio subterráneo en el futuro. “La zona más compleja de intervenir es el presbiterio”, recalca Santana. Esa área en torno al altar mayor se alza sobre “grandes bloques de mármol de Ereño, que son desmontables” y que serán recolocados tras concluir la excavación. Tampoco se descarta la opción de instalar un sistema de suelo radiante permanente.

Una vez finalizados los trabajos, la Diputación pondrá en marcha el estudio posterior, con análisis de laboratorio específicos de arqueobotánica, paleogenética, ADN o isótopos, entre otras materias, con el fin de convertir el registro arqueológico en información histórica.

OTRAS OPCIONES

Trabajos exteriores. Dependiendo de la importancia de los hallazgos se valoraría la realización de nuevas excavaciones en las zonas norte y oeste de los aledaños de la basílica en busca de más restos arqueológicos.

Pavimento flotante. Se contempla la posibilidad, al reponer el suelo dañado en los trabajos, de una subestructura ligera para apoyar un pavimiento flotante que permita el acceso al espacio subterráneo en el futuro.

Suelo radiante permanente. Se valorará la opción de instalar este sistema de calefacción tras reponer el actual pavimento de la basílica de Begoña.

La clave

Alberto Santana: “La zona más compleja es el presbiterio”

El jefe del Servicio de Patrimonio Cultural de la Diputación Foral de Bizkaia recuerda que el área en torno al altar mayor se alza sobre “grandes bloques de mármol de Ereño, que son desmontables” y que serán recolocados cuidadosamente tras excavar en esa zona.