El pasado 30 de diciembre, el Surne Bilbao Basket rindió visita a un Zunder Palencia que por aquel entonces lucía un horrible balance de 1-15 y, con su derrota, avivó las remotísimas esperanzas de permanencia de un conjunto que apuntaba ya a LEB Oro. Ayer, con los de Luis Guil habiendo visto certificado matemáticamente el descenso la pasada jornada y acumulando siete derrotas seguidas, los hombres de negro volvieron a ejercer de buenos samaritanos y permitieron a los colistas de la Liga Endesa aliviar sus heridas con una victoria tan contundente como merecida. De seis éxitos, dos contra los inquilinos de Miribilla. Llamativo. El conjunto de Jaume Ponsarnau pide a gritos que la temporada baje ya su telón. Tocadísimo en el aspecto físico por los problemas físicos de muchos jugadores, huérfano de los puntos exteriores de Adam Smith y Keith Hornsby y sin muchas ganas tampoco de exprimirse mentalmente después de que el gran objetivo de la permanencia se lograra de manera sobrada, el conjunto vizcaino cuajó un muy mal partido y se quedó muy corto de todo. De recursos humanos, de energía, de deseo, de esfuerzo defensivo y de acierto, sobre todo desde la larga distancia con un sonrojante 3 de 26 (11%) en triples. Absolutamente de todo.

Melwin Pantzar intenta anotar ante la defensa de Anzejs Pasecniks.

Melwin Pantzar intenta anotar ante la defensa de Anzejs Pasecniks. Jon Larrauri

El equipo local quedó de principio a fin a merced de un Palencia que quería llevarse un caramelo a la boca tras tanta amargura deportiva y que, liberado de las ataduras competitivas, encontró muchas facilidades para jugar alegre. Por su parte, el conjunto vizcaino dejó imagen de colectivo totalmente exprimido, de haber dado ya todo lo que tenía dentro. Salvo el sobresaliente Thijs De Ridder, activo, voluntarioso y autor de 21 puntos y 11 rebotes, y el trabajo de Tryggvi Hlinason, el resto estuvo muy lejos de su mejor nivel. Kristian Kullamae no ha acabado de dar el paso al frente necesario ante la baja de los primeros espadas de perímetro y de Sacha Killeya-Jones solo empezó a haber noticias en el ecuador del tercer acto, con el 51-66 ya en el luminoso. Por contra, en el Palencia, con un 11 de 20 en triples, todo fue mucho más fluido, con Jaylen Hands facturando 25 puntos, otros cuatro compañeros alcanzando los dobles dígitos, mandando en el marcador desde el arranque y ganando todos los cuartos.

Con las dos retaguardias ofreciendo facilidades, fueron los visitantes los que mejor se adaptaron a la cita gracias a los tempraneros triples de Hands. Los de Ponsarnau, con sus acostumbrados problemas en el lanzamiento lejano, intentaron responder con las penetraciones de Kullamae y Melwin Pantzar, pero en el momento en el que el estonio cometió su segunda personal las costuras quedaron aún más a la vista. Mientras que en el bando local Hlinason intentaba aportar su granito de arena en las distancias cortas (11-11), en el Palencia todo era muchísimo más fluido, con Isaiah Piñeiro y Vitor Benite sumándose al festival triplista para acabar el acto inaugural con un peligroso 17-24 y los anfitriones acumulando ya siete balones perdidos. Con la defensa local ofreciendo demasiadas facilidades, los de Guil no tardaron en firmar sus primeras ventajas de dobles dígitos, llegando a mandar hasta por doce puntos (19-31). De Ridder intentó liderar la resistencia, pero al juego colectivo de los hombres de negro le faltaba muchísima solidez y constancia en ambos aros. A Ponsarnau no le gustaba lo que acontecía en cancha y llamó a capítulo a los suyos en el ecuador del segundo cuarto con 29-37. Menos de un minuto después fue el banquillo contrario el que hizo lo mismo al facturar los locales dos canastas seguidas. Pero la activación bilbaina no pasó de amago y el cuadro palentino, con otros dos triples de Frankamp y Hands, volvió a lanzar un nuevo demarraje (34-47). Ante la inoperancia de los exteriores tuvo que ser De Ridder, en el décimo intento global, el que anotara el primer tiro de tres para los de Ponsarnau, que alcanzaron el ecuador de la cita con un horrible 37-51, superados en todos los aspectos del juego por un rival mucho más enérgico, activo y enchufado. Su 10% en triples daba lástima comparado con el 57% (8 de 14) de los de Guil, con Hands ya en 16 puntos. El 2-9 en puntos tras pérdida hablaba muy claro también del orden y consistencia de ambos cuadros.

Y en la reanudación no hubo nada nuevo bajo la cubierta del Bilbao Arena. El conjunto anfitrión ni se acercó a una posible remontada porque su juego hizo aguas por todos los lados. Con los visitantes anotando a placer y con constantes rentas alrededor de los 15 puntos, el choque estaba ya decidido. Killeya-Jones se activó con el 51-66 ya en el luminoso y el 58-73 a diez minutos del final pedía que el mal trago pasara lo antes posible. De Ridder, con algo de ayuda de Hlinason, fue el único que intentó mantener en alto el pabellón de los hombres de negro ante un conjunto rival que aprovechó las miserias bilbainas para regalarse una victoria y celebrarla con su animosa afición.

DOS MÁS UNO

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De Ridder. Su excelente encuentro no tuvo premio. Acabó con 21 puntos, 11 rebotes y 28 créditos de valoración. Su energía y ganas de victoria fueron muy superiores a las de sus compañeros.

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Referentes. De jugadores como Kullamae y Killeya-Jones se esperaba que pudieran aprovechar las ausencias para hacerse importantes y lucir estadísticas. Nada más lejos de la realidad.

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Colista. Que de las seis victorias logradas por el colista Palencia dos hayan llegado contra los ‘hombres de negro’ no deja de ser llamativo. Malas puestas en escena en ambas citas.